Hugo Neira, director de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), indicó que su institución ha sido víctima de un "psicosocial de la mafia de bienes culturales" con el escándalo originado por presuntas pérdidas de libros al interior de ella.
El funcionario explicó que en junio debe entrar en vigencia la Ley 28296 (de Patrimonio Cultural de la Nación), que obliga a los poseedores de bienes de interés cultural a declararlos ante las instituciones correspondientes. Éstas serán la BNP en caso de los libros, el Archivo General de la Nación para los documentos y el Instituto Nacional de Cultura para los bienes inmuebles.
Según la explicación de Neira, la proximidad de la implementación de esta ley ha originado campañas de desprestigio contra estos tres organismos. Dentro de estas campañas se encontraría la denuncia de un presunto tráfico de libros antiguos de la BNP, hecha por un medio local, dijo.
Una información dio cuenta de un coleccionista que había comprado cuatro ejemplares que se suponía pertenecían a la BNP para devolverlos a esta institución. La semana pasada se hizo entrega formal de dicho material bibliográfico.Sin embargo, Neira precisó que de este lote de los libros sindicado como perdido, uno de ellos, Instrucción de confesores y penitentes, se encuentra a buen recaudo en una caja fuerte de su institución.
"Ahora tenemos dos ejemplares", bromeó.Del resto comenta que sólo uno tiene sello de la BNP, por lo que aparenta ser de su colección. Los otros dos aún son objeto de peritaje para saber si pertenecen al patrimonio bibliotecario.
Revisión necesariaHugo Neira indicó que se ha iniciado la revisión de los archivos de la BNP para saber si se han perdido estos títulos o están refundidos y mal clasificados en su bodega.
Por otra parte, se quejó de que en la denuncia no se haya cotejado información con la BNP antes de publicarla. Puso como ejemplo que el precio de lo que se aseguraba eran los tesoros de la BNP en el mercado negro no es en miles de dólares, sino entre 200 y 600 dólares.
El director de la BNP agradeció la entrega de estos volúmenes, pero recalcó que la manera de combatir el tráfico ilícito de libros antiguos es "no comprándolos".
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